Beso nº 2

Este beso inédito te dejará con un cosquilleo en el estómago si lo lees después de La Cinta, y conocerás a Daniel un poquito mejor.

<<Caminar por las calles de Londres siempre me ha gustado pero hoy lo necesito especialmente, por eso he llamado a Frederick y le he dicho que no me esperase y que volviese al bufete sin mí. Sabía que reunirme con Rufus Howell no iba a gustarme; lo que no sabía era cuánto. Nunca habría definido a Rufus como a un amigo, sencillamente tuve la desgracia de coincidir con él en un lugar y en un momento de mi vida que preferiría olvidar. Y que sé que jamás olvidaré. El muy despreciable. Me detengo en un semáforo e inconscientemente lo sujeto con la mano y aprieto tan fuerte que noto el frío del metal penetrando por la piel de la palma hasta los huesos. Howell ha intentando, nada elegante ni discretamente, amenazarme para que mi bufete dejase de representar a su esposa. Reanudo la marcha y cruzo una de las columnas de humo que salen de las alcantarillas del metro. Odio a los cobardes, casi tanto como a las personas que abusan de los más débiles que ellos, y Rufus Howell es ambas cosas.

Me he negado.

Por supuesto.

Mercer & Bond no cede ante estúpidos chantajes, y yo, Daniel Bond no voy a ceder nunca más ante nadie. Rufus no sabe lo que ha hecho provocándome.

Y no sabe lo que ha hecho amenazando a Amelia.

Y yo no sé qué hacer con lo que siento.

Cuando Rufus ha dicho que le contaría a Amelia lo de esa noche, no me he dado cuenta de que lo estaba sujetando por el cuello hasta que él ha empezado a tirarme del brazo para que lo soltase. Le habría dado un puñetazo, si él no me hubiera sonreído con esa asquerosa mueca de satisfacción. Le he soltado y le he dicho que no pierda el tiempo intentando chantajearme, y que se vaya preparando para pagar el divorcio más caro de la historia de Inglaterra.
Acelero el paso, me tiemblan los músculos de los brazos del esfuerzo que he hecho por contenerme… Y de las ganas que tengo de besar a Amelia.

Pero no voy a besarla.

No voy a besarla.

No voy a besarla.

No voy a besarla.

-Buenas tardes, señor Bond.

-Buenas tardes –saludo al portero sin detenerme y entro en el ascensor que, gracias a Dios, ha abierto sus puertas en el vestíbulo.

-Señor Bond, la señora Mercer lo está esperando en la sala de reuniones –me recuerda Stepahnie, mi secretaria.

-Anula la reunión con Patricia y busca a la Amelia Clark; dile que venga a mi despacho. Ahora.

Stephanie enarca una cerca pero tiene el acierto de no decir nada excepto:

-Por supuesto, señor Bond.

Entro en mi despacho y me espero junto a la puerta. Me quito la americana y la corbata. A penas puedo respirar. Me tiemblan las manos y las cierro para negármelo. Todo esto es una estupidez. Yo no soy así. Nunca. Jamás. Respiro hondo y recupero la normalidad. Descolgaré el teléfono y le diré a Stephanie que avise a Amelia.

Dos golpes en la puerta.

-¿Puedo pasar?

La voz de Amelia .

Se me vacía la mente. Lo único que oigo es a Rufus Howell amenazando a Amelia… los susurros que se le escapan a ella cuando intenta no gemir cuando la toco.

Abro la puerta.

-Daniel, Stephanie me ha dicho…

No termina la frase, mis labios devoran los de ella y mis manos sujetan las suyas contra la puerta. Pego mi cuerpo al suyo, notar su piel tan cerca, su perfume, como tiembla al sentirme, me permite respirar de nuevo. Un beso sin fin que es sólo el principio y que no logra calmarme.

Le muerdo el labio inferior. Aprieto los dientes hasta que ella se detiene y entiende lo que quiero decirle. Le suelto las manos y ella mantiene las suyas inmóviles encima de su cabeza. Deslizo las mías por los botones de su blusa y los desabrocho.

Me arrodillo ante ella.

-No te muevas. Voy a besarte y tu no vas a moverte. Voy a besarte –repito antes de recorrer el ombligo que tiembla bajo mi lengua.

-Voy a besarte.

Y me quedo en silencio al notar que ella desliza los dedos por mi pelo.

-He dicho que no te movieras.

Silencio. Amelia tiene la piel caliente y yo apoyo las manos en la puerta, a ambos lados de su cintura para no desnudarla.

-Y tú… -titubea ella, y yo cometo el error de levantar la cabeza y ver que se lame el inferior.

Si me excito más no podré contenerme.

-Tú… –sigue Amelia- tú has dicho que ibas a besarme.

Sonrío al ver que mueve las caderas en busca de mis labios. Los dedos de ella tiemblan pero no se apartan. Mi valiente Amelia.

-De acuerdo, pero con una condición –accedo.

Deslizo las manos por sus piernas. Las detengo en las rodillas y suben por debajo de la falda. La despojo de la prenda más íntima de su atuendo y le doy un beso en cada muslo al ver que la piel se ha erizado al sentir mis dedos.

-Daniel…

-Una condición, Amelia- Otro beso en el interior del muslo, esta vez más arriba-. En realidad dos.

-Daniel, por favor… -susurra cuando la acaricia sutilmente.

-Una, no hagas ruido. Esto es sólo para tú y yo-. En realidad es para mí. Necesito sentirla o me volveré loco-. Y dos –subo la mano derecha y ella instintivamente baja la suya, la que tiene la cinta alrededor de la muñeca. Entrelazamos los dedos y nos miramos a los ojos-, no me sueltes la mano.

La beso y al terminar, un infinito más tarde, sigue sujetándome.

Dios.

No estoy preparado para esto.>>

©Miranda Cailey Andrews

LaCinta

7 thoughts on “Beso nº 2

    • Gracias Polab, me alegro de que te haya gustado… Daniel se quedo con ganas de contarte que había pasado exactamente. Gracias por pasarte por aquí y preocuparte por Daniel y Amelia.

  1. M.Asun says:

    Mi queridísima amiga. No se expresarme pues ya tengo unos añitos. Pero si que te voy a decir que gracias a tus libros he vuelto a resurgir entre las llamas. espero con impaciencia tus próximos libros. Me encanta como escribes y espero que tu vida sea como tus libros. Te lo mereces. Una amiga.

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