Escribiendo, James, Marina, Nunca es suficiente, Raff

Seda

Ya sé que dije que intentaría actualizar más a menudo esta página y siento no haber cumplido. Me encanta que te pases por aquí y que puedas leer los besos inéditos de Daniel y Amelia y las miradas, también inéditas, de Raff, Marina y James. Esta es mi casa y es donde me siento más cómoda, lo único que lamento es que no podamos vernos en persona y no poder invitarte a una taza de té. No voy a aburrirte con mis líos ni voy a contarte que estoy a punto de terminar la nueva novela (prefiero que la leas en cuanto caiga en tus manos), voy a dejarte con una escena que va a acelerarte el corazón, robarte el aliento y erizarte la piel…y mucho más.

Seda

«Llevaba dos semanas trabajando como una posesa, ACNUR había elegido nuestra ONG como socio para gestionar el envío y la entrega de dos toneladas de medicamentos a Nepal. Era una operación complicada y teníamos que asegurarnos de que saliera a la perfección y en el menor tiempo posible. Los dos terremotos habían dejado a demasiados niños y mujeres indefensos y ni Amelia ni yo queríamos correr ningún riesgo con ellos. ACNUR nos había seleccionado a nosotras porque nuestra reputación era intachable (por desgracia últimamente han habido casos de ONGs corruptas) y porque James, aunque él lo niega, nos recomendó.

No sé por qué a James le cuesta tanto reconocer que nos ha ayudado (y que ha presumido de mí). Según Raff, no quiere que le demos las gracias; a él le sucedió lo mismo cuando ganó la cuenta de uno de los mayores promotores de conciertos de Europa y tardó meses en enterarse de que James conocía a uno de los mayores accionistas de esa empresa. A fecha de hoy, James sigue negando que tuviese algo que ver al respecto.

Estoy cansada, apenas recuerdo cuándo dormí más de cuatro horas seguidas por última vez ni cuándo vi a James y a Raff más de una hora. Cuando llego a casa es tan tarde y estoy tan cansada que prácticamente me arrastro hasta la cama y me meto en ella sin desnudarme. Por la mañana, cuando me despierto, llevo el pijama y hay una taza llena de café en la mesilla de noche junto con una flor o algún otro detalle igual de romántico. No sé qué haría sin esos segundos de felicidad, probablemente ya me habría vuelto completamente loca.

-Tenemos que descansar -me dice Amelia-. No podemos seguir con este ritmo. Tú y yo solas no podemos salvar el Nepal.

-Lo sé, pero podemos intentarlo, ¿no crees?

-No se trata de eso, Marina, y lo sabes. Estoy tan cansada que en el próximo email que mande puedo provocar un golpe de estado. No sé ni qué estoy escribiendo-. Levanto la cabeza y la miro-. Y tú estás peor.

-¿Daniel te ha sermoneado?

-No se trata de eso -se sonroja un poco-, aunque si le hubieras oído ayer por la noche ahora no estarías aquí tan tranquila. Dijo que si no nos tomábamos un descanso encontraría el modo de obligarnos a cerrar durante unos días. Tanto si queríamos como si no.

-Oh, no, ¿qué va a hacer ahora el señor Soy Tan Intenso Que Voy a Estallar? -me burlo, pero empiezo a repasar mentalmente si hemos pagado todos los permisos al ayuntamiento.

-Nada, pero me costó convencerlo -me asegura Amelia-. Pero Daniel tiene razón, Marina. Tenemos que descansar, así tampoco estamos ayudando a nadie. A ti se te cierran los ojos cada dos por tres y llevas horas intentando leer esa página que tienes delante.

Le di la vuelta la papel a la defensiva.

-Solo tengo que tomarme un café -insisto.

-No, tienes que descansar. Las dos tenemos que descansar, y los demás también. Esta ONG parece una casa de locos -suspira-, y… ¿no echas de menos a Raff y a James?

Al oír sus nombres me tiembla el labio inferior y tengo unas absurdas ganas de llorar. Es culpa del cansancio, me digo.

-Mucho -contesto casi sin darme cuenta.

Amelia apaga el ordenador, se levanta de la silla y camina hasta mi mesa. Coloca una mano en mi hombro y lo aprieta suavemente.

-Vete a casa, Marina. Yo me voy a la mía con Daniel-. Se aparta y abre la puerta de nuestra pequeña sala de reuniones-. Les diré a los demás que se tomen el día libre.

Asiento porque el nudo que tengo en la garganta me impide hablar y durante unos minutos me quedo escuchando el ruido que hace la gente al irse. Amelia tiene razón, todos necesitamos descansar y recuperar fuerzas. Miro el reloj y veo que son las once de la mañana, Raff estará en el bufete y creo recordar que James nos ha dicho esta mañana que tenía una reunión muy importante. Me tiemblan los dedos de las ganas que tengo de sacar el móvil y llamarles, decirles que tengo el día libre y que les necesito. Pero no puedo hacerlo, no sería justo para ellos. Los dos han sido muy comprensivos conmigo estas dos semanas y no se merecen que me entrometa en sus trabajos. Además, después del poco caso que les he hecho estos días no me siento con derecho a pedirles que dejen lo que estén haciendo por mí. Cierro los ojos y apoyo la cabeza en el respaldo de la silla, una lágrima me resbala por la mejilla.

-Dime que estabas a punto de llamarme a mí o a James.

La voz de Raff me sorprende y me acaricia. Abro los ojos y le veo apoyado en el marco de la puerta. Sujeta el casco de su moto en una mano y tiene cara de pocos amigos.

-¿Qué…cómo…? -estoy aturdida y se me ha anudado el estómago al verle tan atractivo y tan de repente.

-Amelia me ha mandado un mensaje -levanta el móvil para enseñármelo pero sigue donde está-. Supongo que tendré que darle las gracias porque me parece que tú no ibas a avisarnos.

-No quería molestaros.

-¿Qué has dicho? -Avanza hacia mí y se detiene frente a mi mesa. Deja el casco encima y clava los ojos en mi rostro.

-Estos días yo… he estado muy ocupada… -Levanta las cejas y yo tengo que tragar para poder continuar-…no os he hecho caso… apenas os he…tú tienes trabajo y James una reunión… -él sigue en silencio y yo doy gracias por estar sentada porque han empezado a temblarme las piernas-. Os habría visto en casa esta noche.

-¿Has acabado?

Intento asentir.

Raff se inclina sobre la mesa, sus manos se deslizan con fuerza por mi pelo hasta llegar a la nuca y tira de mí para besarme. Sus labios separan los míos y la lengua y el sabor… su sabor… consiguen que me dé vueltas la cabeza y que tenga que sujetarme de sus muñecas para no caerme. No me permite apartarme, un gemido escapa de su garganta y al rozarme la boca me estremece y tengo que apretar las piernas. Suspiro, pero la emoción es tan intensa, casi tanto como el deseo y el amor, que lo que sale de mis labios es un sollozo. Raff se aparta y mirándome a los ojos me acaricia los pómulos.

-Voy a llevarte a casa, Marina, ¿de acuerdo? Tienes que descansar, así que durante lo que queda del día vas a dejarlo todo en mis manos y en las de James. Te hemos echado de menos, princesa-. Me da un beso muy suave y tengo ganas de llorar-. Pero en ningún momento nos hemos sentido abandonados ni estamos enfadados contigo. Tu trabajo es importante, tanto o más que los nuestros, así que nada de decir estupideces. ¿Vas a hacerme caso?

Aparta las manos y levanta el casco.

-Lo intentaré -sonrío a pesar de que me tiemblan los labios.

-Así me gusta-. Abre la puerta y espera a que salga yo primero-. Tengo tu casco en la moto y James también está de camino.

Sigo sentada, no porque quiera quedarme sino porque estoy mirando embobada a ese hombre que me robó el corazón hace más de un año.

-No me digas que tienes que quedarte a trabajar-. Raff mal interpreta mi quietud-, porque soy capaz de levantarte en brazos y sacarte de aquí aunque no quieras.

Aunque reconozco que esa imagen ha hecho que subiera la temperatura de la sala de reuniones unos cien grados, no voy a provocarlo. Lo dejaré para otro día cuando estemos los tres.

-No. Vamos a casa, Raff.

Me sonríe y cuando paso junto a él no puedo resistir la tentación de ponerme de puntillas y darle un beso.

Ir en moto con Raff siempre es excitante. Hoy lo es aún más. Le rodeo por la cintura y escondo el rostro en su espalda. El casco es enorme, Raff y James insistieron en comprarme uno que prácticamente puede amortiguar cualquier golpe, pero el perfume de Raff se cuela igualmente por debajo. Huele tan bien, y no es el perfume que lleva. A ellos dos no se lo he dicho nunca pero al principio olían distinto, ahora, sin embargo, sus olores se han mezclado y han creado la esencia más sensual y erótica del mundo…y es solo para mí. Cuando nos detenemos en los semáforos, Raff aparta una mano de la moto y la coloca encima de las mías para acariciarlas, y en uno de especialmente largo me ha acariciado un muslo. Es una seducción, como si quisiera decirme que en cuanto lleguemos a casa no habrá tiempo para estos detalles (aunque ellos dos siempre encuentran el modo de hacerme enloquecer con sus besos y sus caricias). Cierro los ojos y me dejo llevar por la presencia de Raff, el ronroneo de la moto, el viento que cruza las calles de Londres.

Cuando nos detenemos, Raff baja primero y me quita el casco. Cuando sus dedos me rozan la parte inferior de la barbilla, me estremezco.

-Chis, tranquila -me sujeta por la cintura-, ya estamos en casa.

Sacudo la cabeza y veo que efectivamente estamos en nuestro garaje. Raff se aparta y se acerca a la mesa en la que tiene sus herramientas de mecánico para dejar allí los cascos. Se quita la cazadora de cuero y la cuelga con desgana de un gancho, se pasa las manos por el pelo.

-Te necesito -las palabras salen de lo más profundo de mi ser y de mis labios.

Él se da media vuelta y en sus ojos veo reflejado lo mismo que yo estoy sintiendo. Le tiembla el músculo de la mandíbula y estira los dedos. Avanza hacia mí, se me acelera la respiración.

-Vamos -me coge la mano y tira de mí hacia el interior de la casa.

Llegamos al comedor, la chimenea está encendida y oigo unas pisadas en el piso superior.

-¿James? -pregunto.

-Estoy aquí -me contesta y su voz ronca manda mi sistema nervioso a paseo-. Bajo enseguida. ¿Raff?

-¿Sí? -le contesta sin soltarme.

-Cuida de ella.

-Eso es exactamente lo que voy a hacer -le contesta muy bajito, lo suficiente para que yo me tropiece y sea incapaz de pensar.

-¿Qué estáis tramando?

-Nada, princesa. Vamos a sentarnos en el sofá junto al fuego y a descansar un rato. Después cenaremos, ¿qué te apetece?

Raff se sienta y durante unos segundos yo también. Pero no puedo pensar, el beso que me ha dado antes, el trayecto en moto, su perfume, la voz de James, lo mucho que les he echado de menos. Me levanto nerviosa.

-Yo… -balbuceo-…no lo sé.

-Has dicho que ibas a hacerme caso, Marina. -Vuelvo a sentir su mirada en mí, durante unos minutos ha intentado calmarse, tal vez por mi bien, pero ahora vuelve a enseñarme lo mucho que me desea.

Yo les deseo más.

-Bueno… es que… -¿Pero qué diablos me pasa? El corazón me late tan rápido que no puedo hablar y mucho menos pensar.

-Ven aquí. -Me hace una señal con los dedos-. Acércate.

Camino hasta donde Raff sigue sentado y cuando me detengo delante de él sube despacio -muy, muy, muy despacio- los dedos por mi pierna.

-Raff…

-¿Qué sucede, Marina?

Tengo los ojos cerrados, pero me imagino su sonrisa a la perfección.

-Yo…

-¿Sí?

Sigue subiendo los dedos por debajo de mi falda y cuando llega a mi cintura tira de mí hacia él para hundir su rostro en mi vientre y respirar profundamente.

-Os he echado de menos…te…os…Maldita sea -me muerdo el labio inferior-. Siento haber estado tan ocupada estos días.

Me da un cachete y abro los ojos. Él nunca había hecho algo así, no ha sido doloroso, en realidad apenas ha utilizado nada de fuerza, pero me ha dejado claro lo enfadado que está.

-No digas tonterías, Marina. Tú no tienes que disculparte de nada. Nunca. Ni ahora ni nunca-. Se pone en pie y me sujeta la nuca para besarme de nuevo igual que ha hecho en la sala de reuniones…Pero el beso va a más, esta vez no se detiene y baja las manos por mi blusa desabrochando los botones. La tela cae al suelo y me doy cuenta de que tengo las manos a ambos lados de mi cuerpo. Raff no solo me está besando, sus cuerpo desprende tanto calor y tanto deseo que tengo miedo de tocarlo porque sé que si lo hago, cuando lo haga, no lo soltaré nunca. Aparta los labios de mi boca y me besa el cuello, noto sus dientes rozándome la piel, dejando una leve marca, leve en mi cuerpo pero eterna en mi corazón.

Voy a tocarlo, necesito hacerlo. Levanto las manos despacio y James las detiene.

-Nada de eso, princesa -me susurra James al oído derecho pegado a mi espalda. Me sujeta las muñecas con los dedos firmes y me besa la mejilla-. Hola, Ra -dice por encima de mi hombro.

-Hola, Jamie.

Ellos dos se besan pegados a mi rostro, les miro unos segundos pero les he echado tanto de menos que no puedo seguir esperando. Un gemido, un temblor, lo único que puedo hacer es dejar caer mi cabeza en el torso de James y pegar mis pechos al de Raff.

-James, por favor… -sollozo-. Os necesito.

-Y nosotros a ti, princesa. -James me sujeta la barbilla y gira mi rostro hacia él para besarme. Su lengua se desliza despacio y firme por entre mis labios, sus dedos me acarician el rostro y noto su firme cuerpo detrás de mi-. Deja que cuidemos de ti, ¿de acuerdo?

-De acuerdo.

Me desnudan, sus manos y sus labios no dejan ni un centímetro de piel sin besar y sin acariciar. Creo que nunca me he sentido tan amada como ese momento, con ellos dos tan pendientes de mí y de mis deseos. Los tres tan sincronizados.

-Tu piel es como la seda -susurra James besándome la espalda.

Raff me acaricia los pechos y se agacha delante mí. Tiemblo tanto que tiene que sujetarme por las caderas.

-Suave como la seda -repite Raff antes de besarme en la parte interior de los muslos.

James desliza una mano entre mis nalgas y me besa el omoplato y el cuello. Los labios suben a medida que la mano sigue bajando. Me susurra al oído:

-La seda es también increíblemente fuerte, ¿lo sabías, Marina?

-No, no lo sabía -tengo que humedecerme los labios para poder hablar-. No puedo más, James, Raff.

James sigue sujetándome las muñecas en la espalda con una mano y me acaricia con la otra. Sus besos por mi cuello y mis labios van a hacerme enloquecer y los de Raff por el resto de mi cuerpo van a matarme.

-Fuerte y suave, así es nuestra princesa, ¿no crees, Ra?

-Sí -contesta él levantándose-, pero no es la única.

Sollozo, me quema la piel, no puedo respirar, mi corazón hace rato que ha marcado una herida en mi pecho, mis labios buscan frenéticos los de Raff y James y me siento vacía sin ellos.

-¿No es la única? -en medio de mi deseo detecto que esa respuesta no le ha gustado a James.

-No te enfades-. Abro los ojos y veo que Raff tira de la cabeza de James para besarlo. No lo suelta hasta hacerle gemir-. Marina es la única, nuestro único amor. La única que responde a esa definición.

Raff me levanta en brazos y entonces veo que también está desnudo. Los tres lo estamos. Me da un beso en la punta de la nariz y me sube en brazos hasta nuestro dormitorio. James camina detrás de nosotros, fuerte, excitado, sin apartar ni un segundo la mirada.

-Pero tú también eres así, Jamie -sigue Raff después de abrir la puerta de una patada. Si no estuviera al borde del mejor orgasmo de mi vida probablemente le reñiría. En mi estado actual me da completamente igual-. Tú también eres fuerte y suave.

Raff me deposita en la cama, pero enseguida se tumba a mi lado y me sienta encima de él. Enreda las manos en mi pelo y tira de mi para besarme al mismo tiempo que levanta las caderas.

Tiemblo y creo que me cae una lágrima por la mejilla.

-Ya está cariño, ya casi está. Ahora volveremos a ser nosotros y después podrás descansar. No tendríamos que haber dejado que estuvieras tantos días sin apenas dormir.

-No… -sacudo la cabeza-…dormir me da igual… Os necesito a vosotros.

-Lo sé -susurra James a mi espalda-. Los dos lo sabemos. Ra y yo creíamos estar haciendo lo correcto, pero no volveremos a dejar que pasen tantos días sin que estemos juntos.

-Vosotros… vosotros… -no sé qué quiero decirles.

-Nosotros te necesitamos. -Raff desliza una mano entre nuestros cuerpos y me penetra lentamente-…sin ti no… Dios.

-Tranquilo, Ra -James acaricia el rostro de Raff y me besa la espalda-, Marina sabe que no podemos existir sin ella. Y ella sin nosotros tampoco.

-Os amo-. Me levanto despacio de encima de Raff asegurándome de no separarmos-. Os necesito.

-Yo también a vosotros -susurra James, despacio, intenso, pegado a mi cuello mientras entra dentro de esa parte de mí que nunca había relacionado con el amor hasta que encontré a esos dos hombres y me enamoré perdidamente de ellos-. Te amo, Marina -me acaricia la espalda cuando siente que me tenso, me gira el rostro con una ternura que contradice la tensión que desprende su torso y sus muslos y me besa despacio-. Os amo.

-Yo también te amo, Marina -pronuncia Raff entre dientes al levantar las caderas. Mueve las manos por mi cintura hasta llegar a mi espalda y poder acariciarnos a los dos al mismo tiempo, a mí y a James. Noto que los abdominales de James se contraen al sentir la caricia-. Te amo, Jamie.

-Y yo a ti, Ra, y yo a ti. -James tiembla, aprieta las manos en mi cintura y me pega a su pecho para que no me mueva-. Tienes que moverte Ra, yo no puedo aguantar ni un segundo más. Vuelvo a sentiros a los dos, a ti y a Marina, si me muevo, aunque sea un centímetro, perderé el control.

Sonrío, no puedo evitarlo.

-Claro, Jamie, lo que necesites -el tono burlón de Raff me ayuda a contener el deseo que me estaba quemando y abro los ojos para mirarle. Me guiña un ojo y de repente noto que James queda completamente pegado a mi espalda.

-Eres un bastardo -farfulla James antes de morderme el cuello y después pasarme la lengua por la marca de los dientes.

-Pero me amas -dice Ra echando la cabeza hacia atrás. Sé que ha levantado las rodillas empujando así la espalda de James hacia mí-. Y Marina también, ¿no es así?

El muy engreído está preguntándome eso mientras sube y baja las caderas despacio.

-Te amo -le respondo cerrando de nuevo los ojos-. No puedo más…Estáis dentro de mí y…os siento. Os amo. Os necesito.

Apoyo las palmas en el torso de Raff y la cabeza en el torso de James. James busca mis labios y me besa, se mueve despacio a mi espalda, me aprieta y siento latir su corazón, su deseo, dentro de mi cuerpo. El fuego me recorre la espalda. Las manos de James están en mis pechos y Raff tiene una en entrepierna, cómo si mi cuerpo pudiese soportar más placer, y otra está acariciando la cadera de James, manteniéndonos unidos también de esa manera.

-Joder, Marina, te he echado mucho menos. Siento no haber sabido cuidarte mejor -farfulla James moviéndose al límite, su sudor me resbala por la espalda. Sé que no puede contenerse más…y yo tampoco-. No volverá a pasar. Eres mía igual que Ra.

-Maldita sea, Jamie-. Ra levanta furioso las caderas-. No digas estas cosas, vas a hacer que me corra y necesito alargar esto…Necesito más. Los tres lo necesitamos.

-No…Ahora -sollozo yo-…Ahora…por favor… Rafferty… James… Ahora…

Muevo una mano hasta acariciar el rostro de Raff y él lo gira para besarme la palma de la mano y con los labios busco los de James. James me muerde el labio sin querer pero no se aparta, sus manos tiemblan en mi cintura cuando el orgasmo le tensa el cuerpo y se entrega por fin al placer y a la pasión que han creado nuestros cuerpos y nuestro amor. Sentir a James de ese modo tan íntimo dentro de mí me estremece, me rindo, me entrego para siempre a esos dos hombres y el clímax casi me arrebata la conciencia. Raff levanta la cintura, arquea tanto el cuerpo que lo único que toca la cama es la parte superior de su cabeza, sus perfectas nalgas y las plantas de los pies. Con una mano me sujeta la muñeca y siente que hunde los dientes en ella, sus labios me besan la herida frenéticamente y noto el sudor de su frente en mi mano. El vello del otro antebrazo de Raff me hace cosquillas en el muslo y noto que se tensa al ritmo que James sigue temblando.

Los tres nos hacemos el amor. Los tres nos necesitamos. Los tres nos amamos.

El placer es demasiado intenso, el amor demasiado profundo y el cansancio me pasa factura de repente. Mi cuerpo desfallece y James me sujeta por la cintura y me acuna contra su torso. Él me sujeta al mismo tiempo que Raff me acaricia con ternura.

-¿Ha sido demasiado, princesa? -me pregunta James.

-Ha sido perfecto -susurro adormilada.

-Vamos, deja que acabemos de cuidar de ti -me promete Raff.

James me levanta con cuidado y los dos salen de mi interior con tanta ternura y delicadeza que un sollozo escapa de mis labios. Me preparan un baño, me acarician y me besan. Me siento amada y feliz, y no dejo de repetirles que les amo. En algún momento debo decir alguna tontería porque ellos dos me sonríen y me llevan a la cama.

-Descansa, Marina -me dice James antes de darme un beso en los labios-. Estaremos aquí cuando despiertes.

-¿De verdad?

-De verdad -me asegura solemne aunque con una sonrisa en los labios.

Otro beso.

-¿Siempre? -pregunto cuando vuelve a apartarse.

-Siempre -contesta Raff agachándose para besarme.

Se apartan, les veo observándome y me sonrojo, pero estoy demasiado cansada como para que me importe y cierro los ojos. Les oigo hablar, no logro distinguir las palabras. Minutos más tarde se meten en la cama conmigo, cada uno a un lado, yo en medio. Un beso, dos besos, tres.»

©M.C.Andrews

Recuerda, no hay nada más erótico que el amor ♥

Si te ha gustado este capítulo inédito de Raff, Marina y James no te olvides de dejar un comentario y de compartirlo con quien desees. Y si quieres leer más, busca mis novelas.

Miranda Cailey Andrews.

Eres suave y fuerte...como la seda.

Eres suave y fuerte…como la seda.

 

 

 

 

 

 

 

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Daniel y Amelia, James, Marina, Noventa Días, Nunca es suficiente, Raff

2015, te estaba esperando.

Es la última noche del año, el 2014 ha sido un año intenso, arriesgado y cargado de significado. La historia de Daniel Bond y Amelia Clark, que empezó con “Noventa Días”, sigue viva en mi cabeza y en mis notas y hace unos meses pude presentarte su última entrega (de momento), “Un día más”. También has podido conocer a Marina, Rafferty y James, su historia de amor es tan fuerte e intensa que son necesarias tres personas para vivirla. De eso trata “Nunca es suficiente”, del placer que solo puedes sentir cuando amas sin limites y sin reservas.

Sí, el 2014 ha estado lleno de retos, pero estoy impaciente por vivir el 2015. Va a ser muy emocionante, ya verás…y mis novelas formarán parte de él (y de ti).

Mi escena para despedir el 2014: la cena con Marina, Raff y James en casa de Daniel y Amelia 

«James conduce en silencio, los tres hemos hecho el amor y seguimos alterados por la intensidad de nuestras emociones. Nos sucede siempre y ha sido así desde el principio. Antes de reconciliarnos, cuando estuve sola con James, fue maravilloso. Y también lo fue cuando estuve sola con Rafferty, pero juntos…

-¿Te preocupa algo, Marina?

-No, nada.

Voy sentada en la parte trasera del Jaguar de James, Rafferty ocupa el asiento del acompañante, nunca dejamos que uno conduzca solo. Me acerco a la división causada por el cambio de marchas y coloco la mano derecha en el hombro de James y la izquierda en el de Rafferty. James gira el rostro un instante para depositar un beso en mis nudillos y Rafferty, que goza de más capacidad de movimiento porque no conduce, se gira un poco hacia mí y clava su mirada en la mía.

-¿Estás segura? -insiste.

-Estoy segura -le sonrío-. Estaba pensando en nosotros.

Rafferty me devuelve la sonrisa y después coloca una mano en el muslo de James, formando así un peculiar círculo que nos completa.

-A mí también me cuesta asimilarlo, princesa, pero he dejado de preguntarme cómo es posible que nos suceda esto -dice James, su voz es firme, suelo serlo, y es igual que una caricia-. Sé que no os gusta oírlo, y Dios sabe que yo tampoco soporto escuchar historias sobre vuestras antiguas parejas de cama, pero de los tres yo soy el que tiene un pasado más… extenso y variado, por así decirlo.

-Por así decirlo -repite Rafferty sarcástico, aunque veo que aprieta los dedos que tiene en el muslo de James mientras mantiene sus ojos fijos en los míos.

James gira el rostro un segundo y mira intensamente al hombre que tiene al lado.

-Ra…

-¿Qué?

-La mano -traga saliva- no la apartes. -Vuelve a tragar saliva antes de continuar-. Borraría mi pasado, lo haría sí pudiera porque me parece absurdo. Me molesta haber perdido el tiempo con esos hombres y mujeres. Odio que me tocasen en vez de ti y de ti. Me gustaría que tú, Marina, fueses la única mujer con la que he estado y que tú, Ra, fueses el único hombre. Me gustaría porque eso es lo que siento dentro de mí siempre que estamos juntos. Cada vez. Todas las veces.

Me resbala una lágrima por la mejilla y balbuceo:

-Oh, James…

-¡Maldita sea! -farfulla Rafferty-. Para el coche ahora mismo.

Antes de que James pueda reaccionar, Rafferty me sujeta el rostro entre ambas manos y tira de mí hacia él para besarme. Su lengua me separa los labios desesperada, sus dedos se enredan en mi melena sin importarle lo más mínimo despeinarme. Su aliento me quema la piel, gimo y le oigo gemir y no nos separamos hasta que la voz de James susurra algo que no logro entender y el motor del vehículo se detiene.

-Joder, Jamie, no puedes decirnos estas cosas mientras conduces. -Rafferty me ha soltado y ahora sujeta a James por las solapas de la americana. James ha elegido un atuendo más formal, camisa blanca y americana negra, mientras que Rafferty lleva un jersey de cachemira de pico color negro-. ¡Y tú no “no estás en la cama” conmigo, tú haces el amor conmigo y con Marina! ¿Entendido?

James se humedece el labio antes de responder.

-Entendido.

Rafferty tira entonces de él igual que ha hecho antes conmigo pero incluso con más fuerza y besa a James apasionadamente. James le devuelve el beso y tras acariciarle la espalda a Rafferty desliza las manos hacia abajo hasta hacerlas desaparecer dentro del jersey de Rafferty. Raff tiembla de los pies a la cabeza, es increíblemente sensual ver como un hombre del tamaño y la fuerza de Rafferty se estremece y gime de placer al sentir las caricias de James. Y cuando James domina su deseo, su implacable pasión, para ser tierno y romántico con Rafferty porque sabe que en el fondo es lo que los dos necesitan, sé que soy la mujer más afortunada del mundo por tenerlos conmigo.

-Vamos a llegar tarde a la cena… -Rafferty se aparta de James un segundo y me mira al mismo tiempo que alarga una mano para colocarla en mi nuca.

-No…

-No es una pregunta, Marina -me interrumpe James-. Vamos a llegar tarde a la cena. Te necesitamos, amor mío.

Rafferty tira de mí despacio y me besa en los labios al mismo tiempo que James me coge por la cintura y me levanta. No sé cómo lo logran, sus besos, sus caricias, sus palabras no me dejan pensar y mi cuerpo se rinde al deseo. Estoy sentada en el regazo de Rafferty, él me levanta la falda mientras James, a mi espalda, desliza la cremallera del top de seda y me besa los hombros tras apartarme el pelo.

-James, Raff…

-Te amo, Marina -dice Rafferty un segundo antes de entrar dentro de mí-. Te amo, Jamie.

-Yo también te amo, Raff… -susurro y echo la cabeza hacia atrás en busca de los labios de James. Él me besa, me acaricia el rostro con una mano y con la otra acaricia mis pechos. Noto el tacto del jersey de James, el tejido me eriza la piel y cuando la mano de James se aparta sé que está buscando la manera de acariciar a Rafferty-… Raff, James te necesita.

-Lo sé, no te preocupes -afirma Raff, mueve las caderas lentamente como si tuviéramos todo el tiempo del mundo y no nos hubiéramos detenido de camino a una cena. Antes me habría muerto de vergüenza solo con pensar en hacer algo así, ahora lo único que me importa es el amor que siento por esos dos hombres. Y sé que James se ha detenido en un lugar seguro, él nunca habría permitido que empezáramos a besarnos si no estuviéramos a salvo.

-No, princesa, esto es para ti. -James vuelve a besarme, a mi espalda noto la presión de los botones de su camisa, la erección que retiene en los pantalones.

-No digas estupideces, Jamie, es para los tres. Siempre es para los tres. -Le riñe Raff, a pesar de que él fue a quien más le costó aceptarnos ahora se pone furioso siempre que James insinúa que él fue el último en llegar.

Las manos de Rafferty me rodean la cintura, llegan a mi espalda y al sentir el frío del metal deduzco que le ha desabrochado el cinturón a James. James me muerde el labio y me lo confirma.

-Lo siento, princesa -gime antes de lamerme la herida-. Dios, Ra…no pares. Por favor.

-No pararé, tú vuelve a besar a Marina y dinos a los dos que nos amas.

James se aparta un segundo, aprieta la mandíbula y con las manos levanta el rostro de Rafferty hasta que los dos se quedan mirando.

-Te amo, Ra.

Lo besa despacio, Rafferty levanta las caderas y yo tengo que cerrar los ojos para evitar precipitarme hacia el orgasmo. Entonces, noto las manos de James encima de mí y vuelvo a abrirlos.

-Te amo, Marina.

-Y yo a ti, James.

Vuelve a besarme, no se detiene hasta que siente que Rafferty me lleva al orgasmo y los dos nos perdemos en él, entonces se aprieta contra mi espalda y cede también al suyo dentro de las manos de Raff gritando nuestros nombres. Nos besamos una y otra vez e intentamos poner en orden nuestra ropa. Está más arrugada, pero no nos importa.

James reanuda la marcha, yo vuelvo a estar en el asiento trasero pero Rafferty tiene de nuevo la mano en el muslo de James y está sentado ladeado hacia mí, preguntándome una y otra vez si estoy bien y asegurándome que estoy preciosa y nada despeinada.

Llegamos a la casa de campo de Daniel y Amelia, he estado allí otras veces, no demasiadas. A Amelia le gusta porque dice que aquí es donde empezó a conocer a Daniel de verdad y lo cierto es que allí Daniel parece distinto, más humano. Nunca me he cuestionado el amor que siente mi mejor amiga por ese hombre, aunque la verdad es que los míos me parecen mucho más atractivos e interesantes.

Llamamos a la puerta, James me rodea por la cintura y Rafferty espera delante. Al fin y al cabo, es el mejor amigo de Daniel, y me hace muy feliz que por fin hayan dejado atrás los malentendidos del pasado y estén el uno al lado del otro. Es Daniel quien abre la puerta y no tarda ni un segundo en dar un abrazo a Rafferty. Noto que James se tensa y no puedo evitar sonreír. James insiste en negarlo pero tiene celos de Daniel, y odia que otro hombre toque a Rafferty. No le culpo, a mí me sucede lo mismo con ellos dos. Y sé que a Rafferty le encanta que nos mostremos posesivos con él. Tal vez es porque nunca antes nadie le había reclamado para sí, nunca antes había sentido que formase parte de algo, o de alguien.

-Tranquilo, James, solo son amigos -susurro.

-¿Quieres que abrace a Amelia delante de ti durante más de veinte segundos? -me reta-. ¿Crees que te gustaría?

Los celos me corroen. Sé que entre Amelia y James nunca sucedió nada, pero aún recuerdo lo que sentí ese día que los encontré juntos en un café dándose la mano. No es una sensación que quiera volver a sentir.

-Ni se te ocurra. Si abrazas a Amelia, Daniel te arrancará la cabeza.

-¿Daniel, eh? ¿Tú no harías nada y Ra tampoco?

-¡Oh, está bien! -me rindo-. Tienes razón. Dale un beso a Ra y ajusta cuentas con él mientras yo saludo a Daniel y a Amelia, pero no tardéis mucho.

James se aparta y veo que camina igual que una pantera en busca de su presa hacia Rafferty. Les dejo a solas en la entrada y tras besar a Daniel en la mejilla le sigo hasta el interior de la casa donde nos está esperando Amelia.

-Hola, Marina, ¿dónde están tus maridos? -Me abraza y la felicidad de mi mejor amiga es tal que incluso puedo tocarla.

-Fuera, James le está recordando a Rafferty algo importante.

-Daniel ya ha vuelto a hacer de las suyas -adivina.

-Yo no he hecho nada -se defiende él, aunque por su sonrisa deduzco que está al tanto del efecto que tienen sus abrazos-. ¿Te apetece beber algo, Marina?

-Claro, lo que vosotros estéis tomando está bien.

Veo que hay varias copas preparadas encima de una bandeja de plata. Daniel se acerca y sirve cinco copas de champán a la perfección. Cuando está llenando la última, Rafferty y James entran en el salón. Los dos tienen los labios húmedos y los ojos oscuros, pero me abstengo de decir nada y me limito a sonreír. Se acercan a nuestros anfitriones y los saludan y James enseguida empieza a hablar con Daniel. A pesar de sus celos mutuos siempre han conectado a la perfección, como si fuesen viejos amigos de la infancia. Rafferty se queda hablando conmigo y con Amelia, le conocí gracias a ella y la relación que existe entre los dos me recuerda a la que yo tengo con mis hermanos.

La cena es fantástica, una noche que sin duda formará parte de nuestros recuerdos para siempre. Daniel y Amelia se besan y nos hacen sentir que nuestro amor es como el suyo, ellos no ocultan la intensidad de sus emociones y nosotros tampoco las nuestras. Rafferty besa a James cuando se levanta de la mesa para ir a la cocina a ayudar a Daniel y cuando vuelve cargado con una bandeja se detiene a besarme a mí. Es perfecto.

Nos despedimos horas más tarde, Daniel no abraza ni a James ni a Rafferty pero a mí se atreve a darme un beso en la mejilla. Amelia sí que me da un abrazo muy largo y cuando me suelta se gira hacia Daniel y le dice muy seria:

-Ahora, señor Bond, voy a dar un beso a James y otro a Rafferty y tú no vas a mirarlos como si quisieras matarlos, ¿de acuerdo?

-No -contesta Daniel.

Rafferty y James están de pie el uno junto al otro y sonríen al ver que el otro hombre lo está pasando francamente mal.

-Sí, Daniel. Solo será una beso para cada uno. Son mis amigos y sabes que son los mejores amigos que tú tendrás nunca, así que voy a besarlos. Prometo compensarte -añade con una sonrisa al dar un paso hacia mis dos hombres.

-¿Cómo? -la detiene Daniel-. ¿Cómo vas a compensarme?

Amelia se gira muy despacio hacia él y le recorre con la mirada, se detiene en sus labios y en su torso unos segundos más que en el resto del cuerpo.

-Ya lo verás, sólo tienes que esperar. ¿Puedes esperar, no?

A Daniel se le oscurecen los ojos.

-Puedo esperar -susurra con la voz ronca.

Amelia da un beso a Rafferty en la mejilla y otro a James, los tres nos vamos de allí casi de inmediato. La tensión sexual y el amor que ha vibrado en el aire esos últimos minutos ha sido tan intenso que necesitamos irnos y estar a solas. Y sabemos que Daniel y Amelia también lo necesitan.

-Dios santo, ¿nosotros somos así de intensos? -pregunta Rafferty.

-Creo que más, al menos para mí lo somos más -asegura James-, aunque compadezco a cualquiera que quiera entrometerse entre Daniel y Amelia.

-Y a cualquiera que quiera entrometerse entre nosotros -termino yo.

-Tienes toda la razón, Marina.

-Lo mismo digo.

Llegamos a casa, me quedo dormida en el trayecto de vuelta y me despierto cuando Rafferty me lleva en brazos a nuestro dormitorio. Me desnudan, les acaricio, me besan, les beso. Hacemos el amor.

Siempre hacemos el amor.»

Te estaba esperando

Te estaba esperando

Happy 2015

Miranda Cailey Andrews.

Por cierto, si quieres leer “la compensación” de Amelia a Daniel, tendrás que pasarte por aquí…

 

 

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Nunca es suficiente

Una mirada puede hacerte temblar

No sé si se debe a los meses que estuve sin escribir pero últimamente me faltan manos, horas, tiempo para dar forma a todos los sentimientos que me rondan por la cabeza. He puesto orden, he elegido cuál es la próxima historia que voy a contarte, pero hay tantas otras, tantos personajes que insisten en seguir hablándome y que quieren explicarte qué están haciendo, lo que les está sucediendo, que tengo que hacer algo al respecto. La novela en la que estoy trabajando no es sobre Daniel y Amelia, y tampoco sobre Raff, Marina y James, es de un hombre que espero tengas ganas de conocer y del que te hablaré más adelante, pero bueno, he decidido que sacaré horas de dónde sea para contarte más y más cosas sobre estos personajes que ya conoces y que espero que ames tanto como yo.

Habrá más novelas de Daniel y Amelia y también de Marina, Raff y James, las escribiré e intentaré publicarlas, si quieres leerlas, por supuesto.

Mientras te lo piensas, esto es lo que Raff, Marina y James tienen que contarte en el día de hoy.

Una mirada puede hacerte temblar

«James tiene que viajar a Japón, Raff está furioso y yo creo que voy a matarlos a los dos. O atarlos a la cama y no soltarlos hasta que se calmen y podamos hablar del tema como siempre hacemos cuando algo nos preocupa y nos duele. Y el viaje de James nos duele a los tres, y ni él ni Raff están dispuestos a reconocerlo.

Maldita sea, si un hombre es testarudo, dos son inmanejables. Los dos quieren cuidarnos, los dos necesitan protegernos y los dos son incapaces de reconocer lo que sienten de verdad. Si al menos los dos reconocieran que no quieren que nos separemos y que James no debería viajar sin nosotros, podríamos empezar a buscar la manera de solucionarlo. Pero no, James insiste en que puede ir solo a Japón y Raff en que no le importa que lo haga.

Los dos mienten.

Ni James quiere ir solo a Japón ni Raff quiere que se vaya, y ninguno de los dos quiere ser el primero en confesarlo. Parece mentira que después de lo que hemos pasado sea este el momento en que tienen miedo de quedar como demasiado románticos o dependientes. Tal vez sea porque llevamos pocos meses juntos y aún nos cuesta reconocer que no somos capaces de separarnos. Sea como sea, no voy a dejar que sigan así ni un minuto más. Ni un segundo más.

Oigo la puerta de casa, sé que es James. Raff ha cogido la motocicleta esta mañana y entrará por el garaje. La puerta se cierra, las llaves caen en la bandeja de plata en forma de lágrima que hay en el mueble de la entrada. El ruido del abrigo al apoyarse en el perchero, el suspiro de James y los pasos que le acercan a mí.

-Hola, princesa.

Giro el rostro, le veo detrás de mí, de pie en la puerta del salón, recorriéndome con la mirada. Está muy cansado. Demasiado, el muy idiota lleva días sin dormir a penas.

El motor de la motocicleta de Raff irrumpe de repente y los ojos de James se entristecen. Sabe que me he dado cuenta e intenta disimularlo. Levanto una ceja para advertirle que no lo intente y le retengo allí solo con la mirada.

Otra puerta, los pasos de Rafferty, la cazadora cayendo encima de una de las sillas que hay en la cocina.

-Hola, Marina -me saluda sin mirarme y cuando levanta la cabeza añade-, hola, James.

-Creo que iré a acostarme -dice James tras carraspear.

-Yo iré a preparar la cena -sugiere Rafferty.

-¿En serio? ¿De verdad vais a evitaros durante toda la noche, otra vez? -Me pongo en pie enfadada y me coloco entre los dos.

-No nos estamos evitando -me responde James de inmediato, aunque el rubor que ha aparecido en sus mejillas le traiciona.

-Yo solo iba a preparar la cena -dice Raff también disimulando.

-Ya, claro, y yo soy idiota. ¿Sabéis una cosa? Estoy harta, no podemos seguir así. Si no estáis dispuestos a tratar nuestra relación con la seriedad que se merece, me largo.

No tengo intención de hacerlo, jamás podría vivir sin ellos dos, pero tengo que hacerles reaccionar, y a juzgar por la cara de susto de ambos voy por buen camino.James está furioso y Raff está a punto de estallar.

-¿¡Qué no nos tomamos nuestra relación en serio!? -exclaman los dos.

-No.

-¿Pero de qué diablos hablas? -Este es James.

-Pues claro que nos la tomamos en serio. Estamos casados.

Nada, siguen sin reconocer lo que de verdad pasa.

-Sé que estamos casados -les digo-, y sé que os lo tomáis en serio, pero, cariños, tenemos que hablar del viaje a Japón.

Vuelven a tensarse.

-¿Por qué? ¿Qué pasa con el viaje? Es solo un viaje -asegura James,

-No es solo un viaje. -Me acerco a él y le cojo la mano-. Allí murieron tus padres, ese país forma parte de ti de un modo muy especial. -Levanto una mano y le acaricio por encima de la camisa una de las cicatrices de sable. Sé de memoria donde están.

-Puedo ir solo -contesta él sin que yo se lo pregunte.

-Lo sé, pero no tienes porqué. Ahora nos tienes a nosotros.

James me mira por fin a los ojos, le brillan, se oscurecen. Tiemblan. Por fin lo ha entendido, se le acelera el corazón bajo la palma de mi mano.

-Marina -susurra mi nombre antes de besarme. Me sujeta por la cintura y tira de mí hasta pegarme a su cuerpo. Separa los labios con fuerza, mueve la lengua hasta no dejar ni un solo rincón de mi boca sin recorrer. Le oigo gemir y se me eriza la piel.

-Si quieres que te acompañemos -le susurro apartando los labios, sin salir de entre sus brazos-, tienes que pedírnoslo, James. Tienes que darnos la oportunidad de estar a tu lado, de entrar en esa parte de tu vida y mostrárnosla del todo.

-Tengo miedo -confiesa de repente-. Esa vida, mi vida allí, en Japón, es mi pasado. Lo he dejado atrás.

Aflojo la mano que tengo en su torso y le acaricio el pelo.

-Sigue formando parte de ti. No puedes ignorarlo, nadie puede.

-Volveré en cuanto pueda, será un viaje muy corto. Rafferty cuidará de ti mientras yo no esté -lo dice decidido pero con los ojos cerrados y la mejilla apoyada en la palma de mi mano.

Mi corazón se encoge al verle. James es el más valiente de nosotros, el más sincero y honesto con sus sentimientos. Saber que oculta algo, que intenta protegernos de algo, me preocupa y me asusta. Y hace que le ame aún más por ello. No hay nada que él no haría por nosotros.

-¿¡Y puede saberse quién diablos cuidará de ti, Jamie!?

El estallido de Rafferty nos coge tanto a James como a mí por sorpresa. Raff tira de James por los hombros y le da media vuelta para besarlo furioso. El beso es tan intenso, tan necesario y tan apasionado que Rafferty empuja a James hasta la pared del salón. Los dos necesitan un punto de apoyo, y yo también, tengo que alargar una mano y apoyarla en el respaldo del sofá para no caerme.

-¿Quién cuidará de ti en Japón, Jamie? -repite Raff cuando interrumpe el beso y apoya la frente en la del otro hombre.

-Nadie.

A James le tiemblan las manos, aprieta los dedos en la cintura de Rafferty.

-Solo vosotros podéis cuidar de mí -añade James-, nadie más.

-Entonces, maldito idiota -farfulla Raff-, ¿por qué diablos no nos pides que te acompañemos? Yo no quiero dejarte ir, aunque he intentado disimularlo. Marina no quiere dejarte ir. ¿Por qué no nos lo has dicho, Jamie? Se supone que tú eres el valiente.

-Ven aquí, Marina, por favor. Te necesito. -James me mira y afloja una de las manos para tendérmela-. Por favor.

Reacciono, gracias a Dios, y camino hacia ellos. James me tira de los dedos y me besa con una desesperación que segundos antes había logrado contener. Cuando me suelta, Rafferty no me permite recuperar el aliento y también me besa. Es apasionado, sincero, dulce y sensual al mismo tiempo.

-Gracias -me susurra Rafferty al soltarme con cuidado.

-De nada.

Abrazados allí los tres, James respira hondo antes de hablar.

-Aquí somos felices, increíblemente felices. Os amo y no quiero hacer nada que pueda poner en peligro nuestro amor. Nuestra familia -afirma con reverencia-. No podría soportarlo.

-Yo tampoco, James.

-Ni yo, Jamie.

-No sé qué sucederá en Japón, tengo un mal presentimiento.

-¿¡Y no nos lo has dicho!? Maldita sea, Jamie.

-¡Tú habrías hecho lo mismo, Ra! No lo niegues. Te conozco. Tú jamás permitirías que Marina y yo corriésemos ningún riesgo. Y tú Marina, tampoco.

-No sé qué habría hecho yo, James, pero sé que no podemos mantener secretos entre nosotros. Y sé que nos necesitamos y que no podemos estar separados, fingir lo contrario es una estupidez y nos hace daño. No voy a permitir que vayas solo a Japón, no iba a permitírtelo antes y no voy a permitirlo ahora que sé que estás preocupado. Y Raff tampoco va a permitírtelo. tú no deberías pedírnoslo. Te amamos.

-Y yo a vosotros.

La mirada de James es tan ardiente, tan llena de amor y de esos miedos que aún desconozco que me quema la piel. Y a Raff debe sucederle lo mismo porque ha separado los labios para respirar mejor y el torso le sube y le baja pesadamente.

-Demuéstranoslo -reto a James con una mirada igual de ardiente-. No podemos seguir así. Haznos el amor y después tal vez seremos capaz de hablar de esto como personas civilizadas. Ahora mismo solo puedo pensar en lo mucho que os necesito. ¿Tú nos necesitas, James?

-Muchísimo -confiesa tras humedecerse los labios-. Necesito estar dentro de ti, dentro de Ra. Dios, necesito perderme dentro de vosotros y no salir jamás. No puedo soportar la idea de estar lejos de vosotros… Necesito vuestra piel, vuestro deseo… -Rafferty ha empezado a desabrocharle la camisa, por eso le cuesta hablar a James-… Necesito vuestro amor.

-Lo tienes.

Mientras Rafferty desnuda a James yo le aflojo los botones a él. Cuando los dos se quedan sin camisa se giran hacia a mí y me quitan el vestido y los zapatos en un baile perfectamente sincronizado.

-Te deseo, Jamie -farfulla Raff con la voz ronca-, tienes que hacerme olvidar la angustia de estos días. No podía soportar la idea de que fueras capaz de irte y dejarnos sin más.

-Jamás os dejaré -asegura James furioso antes de besarlo y de abrazarme a mí al mismo tiempo-. Jamas -repite antes de intercambiar nuestras posturas y besarme a mí para abrazar a Rafferty.

-Os necesito, Rafferty, James -susurro-. Os amo, os he echado de menos.

-Oh, Marina, princesa. Lo siento. -Me llena el cuello de besos-. Lo siento. Te amo.

-Lo sé. -Le acaricio el pelo-. No vuelvas a asustarnos, ¿de acuerdo? -Le veo asentir-. Y basta de hablar de viajar a Japón sin nosotros. Ya no estás solo.

-No, ya no lo estoy -repite James emocionado.

-Ahora tienes a dos personas que te aman y te necesitan, Jamie -le dice Rafferty besándole la nuca-, y que no van a dejarte nunca.

-Dios -gime James cerrando los ojos-. No puedo esperar. Os necesito. Os necesito, Marina, Ra.

Lo repite mientras nos besa, mientras le besamos a él, mientras los tres hacemos el amor.

-Nunca os dejaré marchar, eres parte de mí, Jamie -Rafferty besa la nuca de James antes de alargar las manos por la cintura de él y llegar hasta mí-, Marina, mi amor -pronuncia con pasión y me besa, capturando a James entre los dos.

-Os amo, os amo, James, Rafferty.

Sé que es lo único que importa, lo único que no puedo parar de decir mientras nuestros cuerpos nos recuerdan que un amor como el nuestro no está hecho para separaciones absurdas. No sé qué secreto se esconde en Japón, pero sea lo que sea, lo averiguaremos juntos. Siempre. »

El amor de Marina, Raff y James sigue creciendo, complicándose. Japón no es solo un país, no es solo parte del pasado de James, es mucho más, claro que eso es una historia para más adelante…

Recuerda, no existe nada más erótico que el amor y pienso seguir escribiendo sobre ello. Mientras, puedes leer Nunca es suficiente , la novela de Marina, Rafferty y James. Espérame, no tardaré ♥

© Miranda Cailey Andrews

Una mirada puede hacerte temblar

Una mirada puede hacerte temblar

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Nunca es suficiente

Una mirada puede detener el mundo a tu alrededor

Van pasando los días, las respuestas, comentarios, críticas de Nunca es suficiente empiezan a llegar y con ellos la emoción de oír y leer lo que opinas de mi última novela, del complicado, intenso y verdadero amor que viven Raff, Marina y James. Yo estoy trabajando en las próximas historias que voy a contarte, son unas cuantas, así que espero que quieras leerlas. Te enamorarán, te despertarán sentimientos y emociones que… ya verás.

Tengo muchas ganas de empezar, de compartir todo esto contigo, así que mientras los dos tenemos que esperar te dejo aquí otra escena inédita, otro regalo, de Nunca es suficiente. El título de este momento es Una mirada puede detener el mundo a tu alrededor. Yo así lo creo y Marina también, ¿y tú?  Por cierto, te aconsejo que antes de leer esta entrada leas la anterior, si no lo has hecho, porque se situaría a continuación.

«Me despierto al notar que el torso que me acariciaba la espalda cambia ligeramente de postura. Raff se ha despertado. Después de hacer el amor, James me ha llevado en brazos hasta nuestro dormitorio y me ha tumbado en la cama, me ha dado un beso y me ha acariciado el pelo al apartarse. Después, Raff ha hecho lo mismo, me ha besado y me ha susurrado un te quiero al alejarse. No se han acostado a mi lado hasta unos minutos más tarde, no lo hacen hasta asegurarse de que nuestra casa está perfectamente cerrada y los tres estamos a salvo. Nunca ha sucedido nada, pero Rafferty todavía está inquieto, preocupado por las amenazas de su padre y James está dispuesto a todo con tal de tranquilizarlo y de protegernos.

Espero unos segundos, separo los párpados despacio y veo a James dormido frente a mí. Despierto me recuerda siempre a un guerrero, con su pelo negro y su mandíbula fuerte, sus pómulos rotundos. Dormido pienso en el hombre tan apasionado y romántico que es de verdad, en lo afortunada que soy de tenerlo. De tenerlos a los dos. Solos no podríamos existir. Oigo exhalar a Rafferty, es un sonido sordo, ronco, como si hubiera intentado contenerlo. Me giro, alargo un brazo para colocar la mano en su cintura y evitar que se aparte. Presiento que va a intentarlo.

-Siento haberte despertado.

Me lo dice acariciándome el rostro, con la mirada triste y llena de ese amor que ninguno de los tres podemos contener.

-No te preocupes. -Tengo la voz ronca a pesar de que apenas he susurrado. Le acaricio la cintura, estamos desnudos, y él se acerca a mí y me besa.

Es lento, tierno, suspira en mis labios.

-Te quiero, Marina. -Se aparta y vuelve a tumbarse. cierra los ojos y se pasa frustrado las manos por el pelo.

-Yo también te quiero, Raff. Tienes que contarme qué sucede. -Descanso una mano en su torso y le noto el corazón acelerado.

-Hace unos días me llamó mi padre.

No le digo que ya lo sabía y mientras espero que encuentre las palabras le acaricio el pectoral, su corazón cambia, se apacigua.

-No nos sucederá nada, Rafferty.

-No, no es eso. Sé que no nos sucederá nada, no voy a permitirlo -afirma mirándome rotundo a los ojos.

-¿Entonces?

-Mi padre me llamó para decirme que Jamie, James -desvía la mirada hacia él-, me está mintiendo, que su pasado es mucho más complicado y peligroso de lo que creemos.

-¿Qué le dijiste?

-Le mandé a la mierda. -Rafferty solo pierde sus perfectos modales británicos cuando alguien nos ataca a James o a mí-. Pero antes de colgar me dijo que el MI6 tiene un expediente sobre James.

La preocupación de Raff es real, tanto como su miedo, pero no puedo evitar sonreír al recordar que la mañana que conocí a James pensé que parecía un espía.

-Eso no tiene sentido, Raff -le digo acariciándole ahora el pelo.

-Lo sé, maldita sea. Lo sé. Pero le creí durante un segundo, Marina-. Se le nublan los ojos, la fuerza que siempre brilla en ellos se enturbia y comprende el motivo de su malestar. Está furioso consigo mismo porque ha dudado de James-. Le creí, Marina. Creí a ese hijo de puta que intentó separarnos. Dudé de James, Marina.

-No, no, no -me apresuro a asegurarle-. En el fondo de tu corazón no dudaste, si lo hubieras hecho, me habrías protegido, te habrías enfrentado a él con tus dudas.

-Le amo, Marina, tanto como a ti. No soportaría que nos hubiera utilizado, que nos hubiera mentido.

La sábana se mueve y la mano de James se apoya en mi cintura. Me besa la nuca, me aparta el pelo y respira encima de mi piel. Cierro los ojos perdida en la caricia, pero antes veo que los de Raff se oscurecen.

-Marina, gracias por escuchar a Raff -me susurra mientras me besa los hombros muy lentamente. El vello de su torso me hace cosquillas en la espalda y sus muslos fuertes me protegen-. Y tú, Ra, eres un idiota.

-¿Disculpa? -Oigo la sonrisa pero estoy demasiado distraída con los labios de James como para mirar a Raff, además, puedo imaginarme su rostro perfectamente.

-Sé que no dudaste de mí, te pusiste furioso con tu padre porque me atacó y porque intentó, otra vez, separarnos. No dudaste de mí, pero si alguna vez lo haces, si alguna vez quieres preguntarme algo, lo que sea, puedes hacerlo. Te amo, no tengo secretos para ti ni para Marina.

-Yo también te amo, Jamie.

Abro los ojos, ver a mis dos hombres de esa manera no puedo perdérmelo, y Raff se acerca a mí hasta que su pecho se funde con el mío y besa apasionadamente a James por encima de mi cabeza.

-Ven aquí -susurra entonces Raff-, hazme el amor, Jamie, mientras yo le doy las gracias a Marina como se merece.

-¿Las gracias? No es que esté en contra de la idea, pero ¿por qué?

-Porque eres maravillosa, porque no me has dejado seguir en silencio.

-Y porque te queremos -añade James girándome el rostro para darme por fin un beso en los labios.

Después se aparta, me acaricia lentamente la espalda y se mueve con la agilidad felina que le caracteriza hasta poder abrazar a Raff y besarlo del mismo modo.

Tal vez el MI6 tenga un expediente sobre James y es probable que aún tengamos que descubrir y aprender muchas cosas sobre nosotros, pero nuestro amor pasará todas las pruebas que se interpongan en nuestro camino. Es lo que siento cuando Raff se pierde en mi cuerpo y le oigo suspirar el nombre de James mientras él le recuerda que le pertenece. Los tres nos pertenecemos. Siempre.>>

No existe nada más erótico que el amor, recuérdalo… Y sigue leyéndome ♥

©Miranda Cailey Andrews

Una mirada puede detener el mundo a tu alredeor

Una mirada puede detener el mundo a tu alredeor

 

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